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Si tienes este texto en tus manos, lo más probable es que te hayas dado cuenta de la importancia que tiene recuperar el espacio de la ciudad para las personas, así como los problemas que surgen en el tejido urbano cuando esto no es así. También es posible que estés aquí porque sospechas que tienes la capacidad de mejorar el municipio en el que vives o porque buscas herramientas legales y no violentas para recuperar la ciudad. Estás en el lugar indicado.
Esta es una guía práctica para recuperar la ciudad por parte de la ciudadanía. Las personas tenemos un poder inmenso a la hora de conformar el entorno en el que vivimos, aunque durante décadas lo hemos cedido a consistorios que no siempre han mirado por el bienestar social. ¿Qué podemos hacer para recuperar el espacio público? Te damos alternativas para que puedas elegir según tus posibilidades y grado de compromiso.
Recuperar la ciudad no es tarea de una sola persona, es trabajo de todas las que vivimos en ella.
Esta guía nace como esfuerzo conjunto por compartir herramientas para recuperar la ciudad, un amplio abanico de actividades e iniciativas para poder elegir aquellas que más se adapten a las circunstancias de cada persona.
Tratar de abarcar toda la guía puede resultar abrumador. Por ello, aconsejamos a quien le interese recuperar el espacio para las personas que realice una primera lectura para entender el alcance del proyecto, de modo que luego puedan optar y actuar sobre aquellos puntos sobre los que se vean más capaces.
Habrá quien elija usar menos el vehículo motorizado privado, pero se vea incapaz de montar una actividad en el barrio, y viceversa. Hemos querido dar opciones.
Varias personas disfrutan juntas del espacio público de un parque. | Alex Blăjan
El urbanismo es una disciplina ecléctica. Quiere decir que involucra y afecta a sistemas diversos. El entorno en el que vives afecta a cualquier factor que puedas llegar a imaginar: impacta en tu salud física y mental, influye en las oportunidades laborales, condiciona tu movilidad o limita tu nivel de felicidad, entre muchos otros factores.
Cuando una ciudad está pensada para las personas, las relaciones entre ellas son mejores, se reduce la polarización social, aumenta la calidad de vida y mejora la salud, los negocios funcionan mejor y hasta se usan mejor los impuestos.
Especial relevancia tiene para la población infantil, ya que una ciudad pensada para las personas aumenta las oportunidades de juego libre, interacción social, juego activo (aumentando la actividad física y reduciendo el tiempo sedentario), permite una mayor autonomía en los desplazamientos y tiene un impacto positivo en su desarrollo y en su salud.
Lo contrario también es cierto. Cuando las urbes no están pensadas a escala humana, la calidad de vida se resiente y el entorno resulta hostil para quien se aventure a salir. En ellas, el urbanismo y la política han fallado en dar respuestas.
La contaminación acústica y contaminación atmosférica afectan negativamente a la salud, crece la crispación social, hay más atropellos, se reducen las oportunidades laborales y se disminuyen los servicios públicos. La vida resulta menos vivible y las posibilidades se esfuman. No hay ciudad, ni proyecto común.
Falsa señal de prohibido en la que el peatón se esconde tras la banda roja. | Belinda Fewings
En 2015, la ONU puso el foco del Día Mundial del Hábitat en la campaña ‘Espacios públicos para todos’, siendo evidentes dos hechos:
Los espacios públicos de la ciudad han sido abandonados durante décadas, entregados casi en exclusiva al interés privado con la consecuente pérdida de espacio común para el encuentro de la ciudadanía, del fomento de la convivencia o de hacer ciudad.
Por ejemplo, se estima que el espacio sacrificado al tráfico de automóviles supone entre el 20 % y el 40 % del total de la superficie de la ciudad, porcentaje que sube por encima del 60 % si se considera únicamente el espacio público y llega al 80 % cuando se analiza el espacio viario (90 % en países como EEUU). El 85 % del espacio está destinado a todas las movilidades. Además, el vehículo está ocupando espacio y sin ser usado más del 90 % del tiempo (92,3 %, 95 %, 96,5 % o 97 %, según la ciudad analizada.
Esta desproporción en la ocupación vial se hace aún más evidente cuando se tiene en cuenta que menos del 34,6 % de personas tienen el Permiso B en España. Y resulta evidente que no todas ellas le dan uso de forma habitual, dado que muchas personas con este carné no conducen. Entonces, ¿por qué se han diseñado las ciudades para y por el vehículo privado motorizado, especialmente cuando la gente no quiere conducir ni que haya tantos coches en las ciudades?